Noticias como la de la devolución desde Malasia de cinco contenedores de plástico no reciclable o la difusión de un video sobre un «supuesto» vertido ilegal de pilas pone sobre la mesa dos debates: uno, el más importante sobre el destino de los residuos. Otro, también con enjundia, sobre la educación ambiental. Ambos vinculados, claro.

Hace poco escribíamos una entrada en este mismo blog sobre la importancia de «hacer las cosas bien» en la que decíamos que «las buenas intenciones no justifican atajos, saltarse las normas, aparcar la ética cotidiana o mirar a otro lado. Las leyes ambientales, las laborales, las fiscales, la protección de datos, la promoción de la igualdad efectiva, la transparencia, la no discriminación, el trato justo… son asuntos que nos incumben a diario y mucho».

Y parece que estas noticias vienen a confirmar eso que decíamos. Lo reconocemos, esa entrada estaba escrita como respuesta a comportamientos que nos encontramos en nuestro trabajo cotidiano de empresas que tras etiquetas «Eco», «Social» u otras por el estilo se creen con ‘patente de corso’ para justificar cualquier práctica, a veces, incluso, de manera bienintencionada.

También con un punto de autocrítica o de reconocimiento de nuestras limitaciones. Nuestro proyecto va a cumplir 5 años promoviendo lo de «Basura Cero» y reconocemos que hay muchas cosas que nos llegan a las que no somos capaces de dar una segunda vida a través de la reutilización o el reciclaje y esas cosas, inevitablemente, terminan en vertederos.

Sobre todo esto escribimos en El Salto