Hace unos años fuimos a unos de esos encuentros de la Economía Solidaria en los que tantas cosas aprendemos, creo recordar que uno de esos Idearia que hasta hace bien poco se celebraban en Códoba y de los que tan buen recuerdo tenemos.
Allí, lo habitual, nos repartimos en talleres para aprovechar al máximo y luego compartir. No recuerdo mi taller pero sí recuerdo que el compañero que se metió en el taller de «finanzas éticas» salió bostezando y diciendo que no se había enterado de nada. Y así nos tiramos mucho tiempo con el tema: ni sabíamos de qué iba ni nos atraía lo más mínimo.
Hasta que nos hizo falta financiación y ya nos parecía poco decoroso y viable pedirle más dinero a familia y amistades. Cuando nos metimos en esto intentamos hacer un crowfunding y no nos salió muy bien, pero la gente que nos quería o que nos conocía, incluso alguna gente que conocía o quería a gente que nos conocía o nos quería (sic.) nos prestó el dinero para arrancar, comprar una furgoneta, herramientas, aguantar los gastos de los primeros meses… Pero al cabo del tiempo teníamos que dar un salto que permitiera hacer sostenible nuestro proyecto a largo plazo y ese salto requería de una inversión muy grande para nuestras capacidades.
Y entonces fue cuando nos acordamos de aquel taller y de las cosas que hablaban y ya no nos parecieron tan aburridas y tan incomprensibles: finanzas éticas. Bueno, tampoco es que pasara a parecernos lo más divertido del mundo, pero sí empezamos a comprender su necesidad. Y a medida que hacíamos llamadas, intercambiábamos correos, empezamos a encontrarnos con Betan, Valle, Javi, Juan Pablo… más lo comprendimos aún.
Desde 2017 hemos firmado «tres operaciones» (algo del lenguaje financiero ya sí hemos aprendido: pólizas de credito, carencias, amortización, pignoración, afianzamiento… un mundo este, oye) que nos han permitido poner en marcha el primer Centro de Preparación para la Reutilización de Huelva, que nos han permitido poner en marcha proyectos e iniciativas nuevas antes de que nos pagaran los gastos que estas generaban, que nos han permitido resistir situaciones difíciles… Todo ello os lo hemos ido contando en este blog.
Lo que no se si os hemos contado alguna vez es que estamos casi seguro de que, si nos hubiéramos ido con las mismas pretensiones a un banco de esos convencionales, de los que ahora nos vamos a ahorrar más calificativos porque no es el tema de esta entrada, se hubieran reído en nuestra cara. Una entidad como la nuestra, pequeñita, recién nacida, con un proyecto cuya base fundamental era la ilusión de los que lo promovíamos y para de contar, no hubiera recibido ni un euro de ninguno de esos bancos de los que usted me habla. De hecho recuerdo, en una oficina de uno de esos bancos, presentando el proyecto a unos señores muy aseados, la cara de «¿este qué hace aquí?» que tenían mientras hablaba.
Sin embargo en la banca ética hemos encontrado gente muy profesional, que se afanan por hacer las cosas bien, que se conocen todos esos términos tan aburridos de los que solemos huir y que, a la vez, priorizan, de verdad, a la persona, el valor social y ambiental de los proyectos, no como una operación cosmética, si no como punto de partida: «primero hacemos un balance social y ambiental, ya luego veremos los números».
¿Y a qué viene esto ahora? Pues que en estas últimas semanas nos llamaban algunos de los amigos que hemos hecho ahí y nos decían: «necesitamos darle un empuje en Andalucía a las entidades de la banca ética, tenemos muy pocas personas socias y muy pocas ahorradoras.» Así que animamos, primero a que os acerquéis a conocer las finanzas éticas con mejor actitud que la que tuvimos nosotros, de verdad que merece la pena, si queréis podéis hacer una visita virtual por la web de Reas Red o sumaros a las actividades de difusión que organizan y después de informaros bien, os invitamos a que os paséis a la banca ética (Fiare Banca Ética tiene todos a disposición de empresas o particulares para trabajar con ellos) y que si tenéis unos ahorrillos los depositéis en alguna de estas entidades (además de Fiare, está Coop57, OikoCredit, FonRedess…). Si el nuestro no os parece un proyecto interesante os animamos a que repaséis la impresionante lista de proyectos financiados por parte de cualquiera de estas entidades y más impresionante es la garantía de que con tu dinero no se va a financiar la guerra, ni la trata de personas ni ningún negocio que se cargue el planeta…, que todo hay que decirlo.