Ha sido un año difícil

Esa es la sensación que nos viene antes de que, ya con los datos en la mano, con la memoria medio elaborada y con las cuentas sobre la mesa nos sentemos en las próximas semanas a hacer la evaluación de lo que ha sido 2016. Esa evaluación que nos servirá para tomar decisiones de cara al año que entra.

Ha sido un año difícil.

Es una sensación, sí, a falta de que tamicemos los sentimientos con hojas de calculo y bases de datos, imaginamos que esa sensación no habrá quien nos la quite. Porque habrá cosas pequeñas que no aparecerán en la memoria pero que se quedan clavadas como esquirlas en la piel o como astillas de palé que atraviesan incluso los guantes, que esa sensación la conocemos más.

Ha sido un año difícil en el que, a duras penas, hemos conseguido pagar todos los gastos que teníamos que afrontar, en el que ni siquiera hemos podido afrontar inversiones que necesitamos con cierta urgencia (un camión, ropa de trabajo, máquinas…), en el que los trámites administrativos para poder afrontar lo que viene por delante se resisten a terminar, en el que las redes se resisten a consolidarse…

Un año difícil en el que alguno hemos afrontado largos periodos de convalecencia, un año difícil que no ha estado exento de roces y confrontaciones, un año difícil con más de una equivocación…

De todas esas cosas difíciles las más dolorosas en este año han sido las bajas. No todas, claro, alguna compañera ha dado un salto a un trabajo en otro sitio y emprender un proyecto vital nuevo. Eso nos gusta. Las rupturas dolorosas han sido esas en las que lo que ha pesado ha sido la bronca, la falta de entendimiento, la ruptura de ese vínculo que tanto cuesta generar y que es el que, tantas veces, hace que esto tire «palante». Nos duelen mucho esas situaciones y nos duele ver que los que en algún momento han sido compañeros nuestros dejan de serlo, posiblemente porque no hemos logrado entendernos, porque se ha roto la comunicación. Y, sobre todo, nos duele especialmente, cuando esos compañeros vuelven a situaciones de dificultad.

También tenemos en la retina muchos momentos de risa, de crecimiento, de solidaridad, de apoyo, de aprendizaje, de ilusión… Y mucha gente, cada vez más, que nos sostiene, que nos apoya, que nos hace superar todas esas dificultades y que hace que Traperos de Emaús haya sido una realidad en 2016.

Sois vosotros y vosotras. Muchas gracias por haber estado ahí. Os esperamos en el año que entra y os deseamos lo mejor para 2017. Feliz Año Nuevo.

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