Yo he estado muy mal. No me apetece contar muchas de las que me han pasado pero lo he pasado muy mal, me ha pasado de todo.
Hace 8 años me diagnosticaron una enfermedad crónica. Llevaba 30 años en España pero nunca había tenido papeles. Al principio no tenía miedo, ni siquiera cuando estuve viviendo en la calle o cuando estuve presa, pero desde que me diagnosticaron esa enfermedad me daba miedo que me mandaran a mi país, de donde salí con 7 años, donde no conozco casi nadie y donde no hay tratamiento para lo mio.
Ahora me encuentro muy feliz. La semana pasada me dijeron que me daban los papeles. Tener los papeles es tener libertad, no tener miedo a salir a la calle, ver un policía y no tener miedo. Y también poder ir a ver a mi familia.
Ahora me acuerdo mucho de Blanca, la voluntaria de la Pastoral Penitenciaria que me empezó a ayudar. Se movió mucho, también la gente de Cáritas. Conseguir los papeles era muy difícil, no tenía ni pasaporte. Las cosas han ido muy despacio.
La casa de acogida y los Traperos han supuesto una ayuda también para perder el miedo. Aquí me siento protegida, pierdo el miedo a salir. Me ha ayudado a recuperarme de mi enfermedad. El ambiente es muy bueno, me ha ayudado mucho y encima hacemos cosas que tan bonitas como estas cariocas con las que, además, me encanta jugar.