Esto, aunque lo parezca, no es una lavadora.

Esto es basura. Por eso esta foto está en este blog, claro. Porque esto, que en su día fue una lavadora ha dejado de serlo y se ha convertido en eso que, dejó de ser útil a sus propietarios y, poquito a poquito, está siendo lo que nos da de comer a las traperas y los traperos: un residuo.
A lo mejor en esta foto se aprecia mejor la calidad de deshecho de eso que en su día fue una lavadora:

Una lavadora abandonada en la calle se convierte automáticamente en residuo, concretamente en Residuo Sólido Urbano (RSU). Vaya, que son residuos municipales -no industriales- y que son los corporaciones municipales las que se tienen que hacer cargo de ellos.
Estos organizan la recogida de los residuos de tres maneras. Por un lado está todo aquello que entra en los contenedores: que si el verde, que si el amarillo, que si el azul… Luego está lo que se recoge en los Puntos Limpios. Y finalmente la recogida de voluminosos «en vía pública».
¿Por qué contamos todo esto? Porque aunque es cierto que «vivimos de la basura» y que «esa foto nos da de comer», también es cierto que hay cosas en ella que no nos gustan tanto.
Quien dice la foto, dice el hecho que esta retrata. Y lo que retrata es un residuo que al ser depositado en la calle se convierte en un foco de suciedad, como se ve en las siguiente imágen:

Pero es también un residuo para el que su depósito en la vía pública dificulta mucho su tratamiento. Para ello vamos a explicar unas cosillas más, sin ánimo de aburrir. A nivel de tratamiento esto es un RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, que se entiende mejor pero es muy largo). Pues bien, la Unión Europea ya estableció hace tiempo que la primera prioridad en el tratamiento de todos los residuos era la reutilización -con permiso de la prevención, claro -. Pues bien, en las siguientes imágenes se puede comprobar que si en algún momento este fue posible, al depositar esta lavadora en la calle se acabó con cualquier posibilidad de que lo fuera:





Como se puede ver, al rato de estar en aquel sitio ya habían desaparecido el motor, el cable de alimentación, el frontal y la placa base y se habían desperdigado por el suelo los cristales de la puerta y los plásticos por los que ninguna chatarrería va a pagar nada. Nos olvidamos de la reutilización entonces, pero, ¿se hace imposible el reciclaje? Ciertamente no. Lo que ocurre es que así el reciclaje se hace más caro y menos eficaz. Ya que si las plantas de reciclaje recibieran este aparato completo podrían hacer el desguace del mismo a un coste menor y nos saldría la operación más barata. Para que lo vean de una manera más gráfica observen el estado en el que quedan muchos frigoríficos que recogemos:

Esto, lo hemos dicho ya muchas veces, implica que al retirar el motor la puerta, la chapas, todos los componentes electrónicos… se ha liberado el gas del frigorífico a la atmósfera, es bastante probable que se hayan provocado derrames de aceites y desperdigado por el suelo restos plásticos y de otros componentes químicos que terminan contaminando nuestro entorno. Muy mal, sí.
Y no es una cuestión de conciencia ciudadana, las personas están haciendo lo que se les pide: o bien llevan sus viejos electrodomésticos al Punto Limpio correspondiente o bien lo depositan en el punto de recogida que les indica el correspondiente gestor. De hecho la conciencia ciudadana está por encima de los recursos de lo que se dispone, como demuestra esta otra imagen tomada de un frigorífico que recientemente recogíamos en un punto limpio
Y no es una cuestión de conciencia ciudadana, las personas están haciendo lo que se les pide: o bien llevan sus viejos electrodomésticos al Punto Limpio correspondiente o bien lo depositan en el punto de recogida que les indica el correspondiente gestor. De hecho la conciencia ciudadana está por encima de los recursos de lo que se dispone, como demuestra esta otra imagen tomada de un frigorífico que recientemente recogíamos en un punto limpio.
Esta persona desechó este frigorífico en uso indicando la reparación que requería. Todo un detalle por su parte que hubiera facilitado para nosotros su puesta en reutilización.
Pero desde ese momento hasta que lo recogimos ya había sido «canibalizado». Ya no tenía motor, ni las piezas que lo hacían funcionar. Imposible ya la reutlización.

Así que es evidente que tenemos que mejorar los sistemas de recogida. Y aquí podríamos cargar las tintas contra los ayuntamientos, pero sería injusto cargar toda la responsabilidad sobre estos. Faltaría meter algún agente más: en el caso de lavadoras, frigoríficos y otros grandes aparatos electrodomésticos quien venda un nuevo aparato está obligado a retirar el viejo y hacerse cargo de este como residuo. Entendemos que hay muchos casos en los que así se hace, pero también que hay muchos otros en que la «logística inversa» está fallando. Si no, no se pueden explicar las casi 550 toneladas de residuos de frigoríficos, lavadoras y otros grandes aparatos eléctricos que recogimos en 2021 (casi 15.000 unidades, ya saben a qué se refiere el título, pero sobre todo ya saben que por el camino se «perdieron» cerca de 350 toneladas) sólo en una parte de la provincia de Huelva, la que se ve coloreada en la imagen (del Instituto Nacional de Estadística):

Bueno, es verdad que es casi toda la provincia, pero hay varios pueblos de cuyos RAEE todavía no nos hacemos cargo y que aquellos en los que sí lo hacemos suman una población de 381448 habitantes. Lo cual nos viene a decir que, en el territorio que nos ocupa, el año pasado, se tiraron a la calle cerca de 40 grandes aparatos por cada 1.000 habitantes. Y eso nos parece mucho.
Es razonable que haya personas que, al comprar un nuevo aparato se quieran quedar con el viejo, pero aún funcional, electrodoméstico para una segunda vivienda en la playa o en el campo, para un familiar… y que cuando, al tiempo, se quieran deshacer de él tengan que usar las vías que actualmente se ponen a su disposición (dejarlo en la calle, vaya). Pero nos parece que 15.000 aparatos en un año en una población que no llega a los 400.000 habitantes es demasiado. Así que alguien no está cumpliendo con su obligación de recoger los aparatos que se sustituyen.
También es evidente que hay gestores que están comprando motores, cables, componentes electrónicos… de todos esos aparatos de los que estamos hablando, si no, es evidente que nadie se molestaría en despiezar una lavadora o un frigorífico.
Bien, pero antes de empezar a demonizar a nadie, que no es nuestro objetivo, queremos lanzar nuestra propuesta y nos ofrecemos para ejecutarla. Se llama Servicio de Recogida Domiciliaria Puerta a Puerta. Nos ofrecemos a aquellos distribuidores que no tengan capacidad para realizar la recogida de estos aparatos y nos ofrecemos a los gestores municipales para recoger este tipo de residuos, no en la calle, si no en los propios domicilios de los que se quieran deshacer de ellos. Es un sistema muy económico, tan economico como que los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor se encargan de financiar este trabajo y ni unos ni otros tienen que pagar nada.
Así que todo son ventajas: podemos dejar de ver imágenes como las que hemos mostrados en nuestros barrios y pueblos, se facilita la gestión, se gana en seguridad tanto para las personas que recogemos estos residuos como para las vecinas de las zonas donde ahora mismo se depositan estos, se ofrece un servicio más cómodo al ciudadano… Y nos encamina hacia ese objetivo de Basura Cero
¿Se anima usted, señora alcaldesa, señor alcalde? Y usted, señor o señora del ramo de la venta de electrodomésticos, ¿nos ponemos a ello? ¿Nos ponemos el reto de convertir esas quince mil imágenes en cero?