En los tiempos que corren se hace más necesario que nunca recordar que, tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial, el marco de convivencia que nos dimos para evitar repetir el desastre -el auge del fascismo y la guerra que provocó- fue la Carta de Derechos Humanos.

Emaús surge precisamente en ese contexto, por lo que somos un movimiento que tiene marcado en su ADN  los valores que se recogen en la Declaración Universal.

Nuestras comunidades y nuestros espacios de trabajo son lugares donde se hace realidad ese «todos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» y donde disfrutamos de ello.

Nos sentimos consternados al ver cómo en nuestra tierra, Andalucía, el auge del fascismo ha supuesto la entrada en el Parlamento de una fuerza política que defiende valores contrarios a la convivencia pacífica que vivimos en nuestro colectivo. Entre otras cosas porque sentimos que no hemos sabido comunicar bien que esta convivencia no sólo es posible, sino que es una riqueza y que si nosotros y nosotras, que no somos mejores que nadie, somos capaces de disfrutarla, bien podría vivirse en el conjunto de toda la sociedad.