Decoradores y Congresistas

Hemos estado muy liados estas semanas con el SOCC (así lo llamamos nosotros, ya tenemos confianza), es decir, con el Congreso Internacional de Cambio Climático, que se ha celebrado en Huelva del 10 al 12 de mayo.

La verdad es que estamos muy orgullosos del trabajo que hemos hecho con la organización del Congreso en la decoración de los espacios: nuestros muebles de madera reutilizada han estado presentes en los distintos escenarios, salas de prensa, stands…

Así que sí, muy orgullosas de haber hecho bien nuestro trabajo.

También hemos participado como congresistas, y el elenco de hombres y mujeres (estás últimas en llamativa minoría) que han pasado por los talleres y ponencias ha puesto el problema del cambio climático encima de la mesa, eso en una ciudad que tiene unos gravísimos problemas medioambientales, que sabe de qué va todo esto. Escuchar a todas estas personalidades a nivel internacional alertarnos, una vez más, sobre la consecuencias (algunas ya irreversibles) del cambio climático genera dos reacciones enfrentadas: por un lado cierta impotencia, ante la magnitud del problema y lo complejo del problema; por otro lado urgencia por responder, de alguna manera, a lo que está pasando, porque es de alguna manera irresponsable no hacer nada.

Con esta última cuestión terminamos: como Traperos de Emaús estamos haciendo nuestro aporte: gestionar residuos de la manera más responsable posible, y sensibilizar sobre el problema que tenemos con las basuras. Alguien, hablando sobre cambio climático, citó el cuento del colibrí y el fuego. A nosotras también nos gusta mucho, así que aquí os lo dejamos…

«Cuentan los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva.
Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible.
De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.
Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse.
Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección.
Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario:
¿Qué haces colibrí?, le preguntó.
Voy al lago -respondió el ave- tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.
El jaguar se sonrió.
¿Estás loco?- le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagar lo con tu pequeño pico tú solo?
Bueno- respondió, el colibrí- yo hago mi parte…
Y tras decir esto, se marchó a por más agua al lago.»

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